Un segundo antes de jugar el más mítico de la historia del fútbol, Diego Maradona topó con Terry Fenwick. Venía de eliminar a Reid, a Beardsley ya Butcher, cuando el último central inglés le salió al encuentro interponiéndose entre la pelota y el área de penalti. “Tendría que haberle derribado…”, confiesa Fenwick, años después. La tiró un puñetazo. Fue como si golpeara el aire. «Yo vine a cien por hora», explicó Maradona. «A mí no me tiraban ni con un camión».
Pocas veces un futbolista describe el mejor estado de trance que poseen los más virtuosos en momentos señalados. Sucedió a Zidane en la noche de Reyes de 2002, ante el Deportivo; el incidente de Ronaldo Nazario en Compostela el 12 de octubre de 1996; y el pasó en Jvicha Kvaratskhelia el pasado 21 de febrero en Frankfurt.
El extremo georgiano recibió el balón en la banda izquierda y se apoyó en Zielinski para tirar la diagonal. Cuando Kamada fue a interceptar la devolución, a fin de emplear su cuerpo para proteger la posesión, hizo un amague y dejó correr la pelota. Como si su cabeza incorporara un sensor que mide las velocidades del empuje y el balón, Kvaratskhelia determina que Kamada llegaría con retraso. Acertó. El japonés pasó de largo, errando a un palmo de la pelota, desconcertado mientras el atacante marcheba a toda velocidad hacia la doble línea de defensores que bloquearon su paso. Sin frenar la carrera combinó con Anguissa y atravesó y bloqueó a los rivales hacia el área del Eintracht para recibir la pared. Entonces ya iba poseído. Anguissa la devolvió un melón contrapiado. A su espalda. Imposible de dominar en condiciones normales. Si en 1986 Maradona hizo el gol del siglo, lo que perpetró Kvaratskhelia en Alemania fue el control del año. In an antinatural escorzo, he giró sobre su eje, suspentió en el aire en medio del área, amortguó la pelota en su pie derecho y burlando el cerco de Gotze, Max y Ndicka en el plazo de una décima, asistió a Di Lorenzo con a taconazo que el habilitó para el remate más plácido imaginable: el 0-2 fue definitivo.
El lamán ‘Kvaradona’. Es dudoso que le comieron las botas a Maradona. Pero hereda por la imaginación que los aficionados del club más efervescente del Mediterráneo dedicaron a su dios pagano, el jugador más fascinante qu’ha existido. Tras 32 años de espera, los hinchas del Nápoles asistieron a la aparición de otro profeta. El técnico del imparable líder de la Serie A, Luciano Spalletti, no se inhibe. «Desde un punto de vista de calidad individual en el uno contra uno», explicó, «de calidad técnica en los espacios reducidos…el dios del fútbol era el dios del fútbol, pero Kvara va por el buen camino».
El Manchester United encabeza el puñado de clubes que han presentado sus ofertas por el atacante de 22 años. Todas superan los 100 millones de euros. Aurelio de Laurentiis, el presidente del Nápoles, dice que si tiene un futbolista que no está dispuesto a vender es este muchacho de barba rala, pálido y chepudo, que fichó en el verano de 2022 por 11 millones de euros procedente del Dinamo Batumi. La revalorización más vertiginosa que recuerda.
Varios de los analistas que informan a los clubes de la Premier, consultados por este periódico, señalan que Kvaratskhelia no tiene un cambio de ritmo sideral. añada que debe mejorar su juego interior y su desmarque de ruptura. Si vale lo que dicta el mercado, dicen, fundamentalmente se deba a que reúne dos virtudes extraordinarias. Es capaz de manejar la pelota sin perder de vista los pies de sus marcadores a la espera de que den un mal paso; y su control en carrera en el último tercio del campo le situa entre los extremos puros más dotados de la historia para el toque y la siguiente a través de vertiginosas paredes. «Between los extremos con denominación de origen, solo Chris Waddle y Frank Ribéry le igualan en las últimas décadas», observó un técnico al servicio de un grand de la Premier, que prefiere el anonimato.
El control en carrera en espacios reducidos es la técnica de proceso que diferencia a los niños de adultos en el fútbol de ataque. Puestos en el escenario de los metros decisivos, la inmensa mayoría de los jugadores frenan su carrera para domar la pelota que les envían antes de volver a arrancar. Kvaratskhelia es capaz de recibir una pared en carrera lanzada y hacer controles de un toque, milimétricos, sin perder un ápice de aceleración. Su sentido de la coordinación se asocia con su otro poder, el don de mover a las defensas hasta meterlos en la trampa. Como dice Spalletti: «Es impredecible porque puede salirte por la izquierda oa la derecha; si Jvicha te encara, sabe cómo hacer para que le vuelvas la espalda. Y ahi estás muerto. ¡Te marea!».
Es la habilidad que encumbró a Garrincha oa Figo. El mismo poder qu’ha permitido a Joaquín Sánchez estirar su carrera hasta los 41 años. No es necesario desplegar una gran potencia. In Kvaratskhelia the basta con avanzar hacia las defensas alternando la conducción con el interior y el exterior de su pie, moviendo la cintura para fintar, y pisando fuerte para fingir arrancadas hasta provocar que sus oponentes giren el trunco en el sentido deseado. Cuando ve que los pies de sus marcadores pisan el cepo apoyándose hacia el ángulo equivocado, les ataca la espalda sin necesidad de grandes cambios de ritmo. La habilidad suprema para orientar las defensas ha sido capaz de gustar le permite ganar tanto tiempo y salir tan bien parado del primer desborda que el ego, si la venta otro marcador, el resultado tiene más sencillo volver a déarbolarlo con el ritual de la lectura de los pasteles
Los más grandes han tenido esta facultad. Diego Maradona, el primero. Algunos extremos elegidos también la han perfeccionado. Jvicha Kvaratskhelia es el nuevo exponente de un arte extraño. Si su carácter frío del Cáucaso acaba por templarse al calor de la pasión meridional podría transformarse en un fenómeno de época. De momento, el dios del fútbol lo ha poseído.
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