Lancia, cuyo antiguo propietario FCA (Fiat-Chrysler) prometió una lenta desaparición, intentará un nuevo comienzo bajo la égida del grupo Stellantis. Doce años después del lanzamiento de su último modelo, ahora en exclusiva en Italia, y ocho años después de abandonar el mercado francés, la marca italiana lanzará tres modelos en cuatro años. En 2024, el pequeño Ypsilon finalmente se renovará y estará disponible en una versión electrificada. Le seguirá en 2026 un crossover y, en 2028, un sedán, dos vehículos totalmente eléctricos.

Ver a Lancia siendo objeto de un plan llamado Renaissance tiene algo contradictorio. Stellantis habría anunciado el renacimiento de Panhard o Simca, no habría sido más sorprendente mientras la marca italiana nacida en 1906 parecía haberse perdido en el limbo. A partir de los 90, los planes de recuperación se sucedieron sin que este pequeño fabricante consiguiera frenar un declive que le llevó a desaparecer de facto del radar desde 2015. Stellantis, cuyo director general, Carlos Tavares, no se caracteriza por lanzar proyectos a un pérdida, ha decidido, sin embargo, despertar una marca que algunos llaman «zombie» y que vendió solo 41.000 vehículos en 2022.

Integrada en la división premium del grupo, la marca Lancia quiere jugar la carta de la elegancia y la elegancia italiana: el 15 de abril, un automóvil conceptual que prefigura las elecciones estilísticas. » en ruptura « de la futura gama para los diez años que se acaban de presentar, junto con Alfa Romeo, que quiere encarnar la deportividad milanesa de moda, y DS, que afirma ser “refinamiento francés”. Si el binomio puede parecer complementario -aunque la convivencia entre Lancia y Alfa Romeo nunca ha sido muy fructífera en las últimas décadas- combina tres marcas que ocupan una cuota de mercado muy pequeña (menos del 0,5 % cada una) en Europa y apenas mejor representadas en el segmento premium.

Surfeando en la nostalgia

Según una receta que ha tenido mucho éxito con el Mini o el Fiat 500 -y que Renault está intentando reproducir con la gama Alpine así como con sus futuros R5 y 4L, Volkswagen con su ID. Buzz, heredero autoproclamado del Combi, o incluso del MG chino, se trata de capitalizar una herencia histórica, navegar en la nostalgia para dar sustancia a nuevos vehículos. Lancia, que se beneficiará de las plataformas y tecnología del resto de marcas del grupo, volverá a poner en servicio las denominaciones de antaño (Aurelia, Delta) y multiplicará los guiños de estilo de sus modelos pasados. Con la esperanza de emocionar a los baby-boomers que vivieron el apogeo de la marca y que constituyen el grueso de los compradores de autos nuevos, cuya edad promedio supera los 55 años.

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