IDirector de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) [Fatih Birol, en 2020] habla de solar como «nuevo rey de los mercados energéticos». En 2022, se desplegaron 268 gigavatios (GW) de nueva capacidad, el equivalente a treinta y tres reactores nucleares EPR [European Pressurized Reactor] en términos de producción anual de electricidad, de los cuales 41 GW en la Unión Europea (UE). En Francia, que sigue siendo el epicentro histórico de la energía solar, superamos dolorosamente los 2 GW por segundo año consecutivo, mientras que los Países Bajos instalan 4 GW al año.

El sol proporciona energía limpia, abundante, bien distribuida geográficamente, rápida de implementar y que contribuye de forma masiva a la descarbonización de nuestras actividades humanas al tiempo que permite una producción eléctrica descentralizada y resiliente. Los paneles fotovoltaicos, que ya son reciclables en un 95%, no contienen tierras raras ni metales.

Gracias a la drástica reducción de los costes de producción y al continuo aumento de los rendimientos, ya están permitiendo producir electricidad muy competitiva. Desde el año 2000, las energías renovables han recibido 43.000 millones de euros en subvenciones. Desde 2022, debido a la subida del precio de la electricidad, ya no le cuestan nada al Estado y generan ingresos: a finales de 2023 se deberían reembolsar las dos terceras partes de los subsidios pagados en veintiún años.

La energía solar también tiene la ventaja de adaptarse a una multiplicidad de usos gracias a toda una gama de variaciones técnicas y soluciones innovadoras. Se combina de forma inteligente con otras formas de producción de energía, en particular la eólica y la hidroeléctrica, y se asocia fácilmente a medios de almacenamiento (baterías, hidrógeno o estaciones de bombeo), lo que permite afrontar los retos de la variabilidad, con un sistema perfectamente controlado.

Controla toda la cadena de valor

Por todas estas razones, debe ocupar un lugar destacado en el futuro programa quinquenal sobre energía y clima 2024-2028, y Francia debe aumentar enormemente sus objetivos para el despliegue de la energía solar térmica y fotovoltaica.

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Más allá del problema de la producción de energía, la energía solar también es un desafío industrial que debemos asumir colectivamente. Europa, que es el segundo mercado solar más grande del mundo en términos de instalaciones, debe recuperar una industria de alcance internacional. Europa dejó su industria cuando dominaba el mundo fotovoltaico hace quince años. China cubre el 85% de la demanda mundial, cuando partió de una pizarra en blanco a fines de la década de 2000. India, con su “Incentivo vinculado a la producción”, y Estados Unidos, con su Ley de reducción de la inflación (IRA), despertaron. Más cerca de casa, Turquía también se perfila como una futura energía solar.

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