PAGviejo a bordo. La avalancha de subsidios de los Estados Unidos amenaza a la industria europea y sus inversiones más prometedoras. Este martes 7 de marzo, la agencia Bloomberg reveló que la empresa estadounidense de electrónica Intel pedía ahora 5.000 millones de euros adicionales para construir su fábrica en el este de Alemania. Berlín había otorgado generosamente 6.800 millones para ganar la decisión. Pero Intel creería que esto ya no sería suficiente dada la inflación de costos, especialmente de materias primas y energía. También podría haber agregado frente a la prodigalidad del gobierno estadounidense que financia en gran medida nuevas fábricas de chips en su suelo con su ley de microprocesadores.

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Es otro texto del mismo orden, pero aún más generoso y demoledor el que está gustando a los industriales europeos, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA). Este reserva cerca de 370.000 millones de dólares (350.800 millones de euros) para ayudar a montar fábricas en el ámbito de la transición energética.

Este miércoles 8 de marzo EL Tiempos financieros nos enteramos de que los ejecutivos de Volkswagen se han reunido con la Comisión Europea para explicarles tranquilamente que estaban considerando posponer su proyecto de invertir en baterías en Europa del Este, para promover el desarrollo en los Estados Unidos. Habrían calculado que podrían recuperar de 9 a 10 mil millones de euros en subsidios, mientras se benefician de un precio de la energía mucho más optimizado que en Europa.

Reglas de aplicación

Las sumas prometidas por la Unión Europea en el marco de los distintos planes de apoyo a la transición energética no se alejan en teoría tanto de las planteadas por los estadounidenses, pero los miembros están desgarrados por la distribución del maná y los métodos de aplicación. Los países del norte, como los Países Bajos y Suecia, no quieren una IRA europea. Alemania tampoco, pero se cuestiona cada vez más.

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La principal diferencia entre los dos enfoques es que el europeo es menos proteccionista y mucho más complejo. Como no puede hacerse por un simple crédito fiscal, como el mecanismo americano, está sumido en una interminable burocracia que desalienta a los industriales, especialmente a los más modestos, los menos dotados legalmente.

En un post en la red LinkedIn, Thomas Schmall, miembro del consejo de administración de Volkswagen y responsable de la actividad de componentes (y por tanto de baterías), confirma la reunión en Bruselas con la Comisión y aboga por un plan al nivel del de la Chinos y estadounidenses, un procedimiento acelerado, un precio muy bajo de electricidad renovable y una estrategia real en términos de recursos mineros. Los estadounidenses se están moviendo más rápido y las decisiones sobre la ubicación de las fábricas se tomarán en los próximos meses, escribe. El tema de las baterías será una prueba de tamaño natural de la capacidad de Europa para resistir la gran deslocalización industrial que la amenaza. Y salió mal.