Joe Biden tuvo, la mañana del lunes 13 de marzo, acentos que recordaron a Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, prometiendo en el verano de 2012 salvar el euro «lo que sea necesario». “Haremos lo que sea necesario”, aseguró el presidente de Estados Unidos, en un discurso matutino, y sin preguntas, pronunciado en la Casa Blanca. Objetivo, tranquilizar a los estadounidenses y a los mercados financieros prometiéndoles que sus depósitos bancarios estaban seguros, tras la repentina quiebra del Silicon Valley Bank, el banco especializado en capital riesgo (210.000 millones de dólares en activos).

Ante esta quiebra, la mayor desde la crisis financiera de 2008, el presidente quiso ser firme con el banco y otro establecimiento especializado en criptomonedas, la firma de Nueva York (118.000 millones de dólares en activos). «La gerencia de estos bancos será despedida»criticó al Sr. Biden mientras agregaba que “Los inversores en bancos no estarán protegidos. Se arriesgaron a sabiendas y cuando el riesgo no valió la pena, los inversores perdieron su dinero. Así funciona el capitalismo”. Y a sumar su deseo de encontrar a los responsables “En mi administración, nadie está por encima de la ley. » Tantos alardes para explicar que no se aplicará el precedente de 2008, cuando se habían salvado los establecimientos bancarios y ningún director bancario había acabado en prisión, a excepción del sinvergüenza Madoff cuyo sistema fraudulento había estallado.

«Nadie está por encima de la ley»

Por ahora, la crisis no ha terminado. Las medidas de la Fed no evitaron que los bancos regionales se desplomaran en Bolsa, cuya cotización tuvo que ser suspendida durante la sesión y que perdió un promedio superior al 12%. Al final del día, First Republic, un banco de gestión patrimonial de San Francisco, había caído un 62 %, a pesar de recibir efectivo de la Fed y JP Morgan. Le siguen PacWest (California) y Western Alliance Bank (Arizona), con un descenso del 45 % o incluso Zions (Utah, −26 %). Incluso Schwab, el corredor en línea barato, bajó más del 11%.

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Todos los ojos están puestos en la cifra de inflación, que debía publicarse el martes por la mañana. Nadie cree que la Reserva Federal pueda ahora subir su tasa del 4,5% al ​​5% en su reunión del 22 de marzo: esto se sumaría a las dificultades de los bancos. Si esta cifra es mala, el Banco Central quedará atrapado entre su objetivo de estabilización de precios y su misión de estabilidad del sector financiero.

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