PAGnuestra aceptación de su objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (−55% para 2030 en comparación con 1990, cero emisiones netas en 2050), laUnión Europea debe duplicar su esfuerzo anual en los próximos diez años, en comparación con el período 2005-2019. Como hacer ? En general, los economistas no contribuyen al decrecimiento como el camino a seguir, porque se necesitarán recursos significativos para lograr esta transición y porque no estamos colectivamente dispuestos a sacrificar por el clima nuestro nivel de vida, nuestros servicios públicos o nuestra protección social.

La idea es más bien acentuar el desacoplamiento ya observado en Europa entre la actividad y las emisiones de gases de efecto invernadero. Recordemos que entre 2005 y 2018, el producto interior bruto (PIB) de Francia aumentó un 15%, pero las emisiones territoriales disminuyeron un 17%, sin que el carbono importado de países menos observadores compense todo este esfuerzo.

Descarbonizar la actividad económica en lugar de reducirla, por lo tanto. Se conocen los medios para lograrlo: fijación de precios del carbono, eliminación de subsidios a los combustibles fósiles, regulaciones sectoriales y financieras, subsidios a la inversión familiar y empresarial, inversiones públicas, transparencia informativa.

fijación de precios del carbono

Todos ellos implican costes significativos, aunque en proporciones variables y con una distribución diferente de la carga entre los sectores público y privado. El precio del carbono generalmente se considera central para una transición exitosa, ya que permite concentrar los esfuerzos donde menos se gasta, al tiempo que genera recursos para compensar a los hogares y/o empresas y para invertir.

Según la Comisión Europea, los europeos deben aumentar sus inversiones “verdes” -públicas y privadas combinadas- en alrededor de 2 a 3 puntos del PIB para reducir las emisiones en los sectores de producción de energía, industria, transporte y construcción. Estas cifras no reflejan otros sectores importantes como la agricultura, y además dejan de lado las necesidades de adaptación al calentamiento global.

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Pero también son cantidades brutas, es decir, se debe deducir la reducción de la inversión en la economía “marrón”, es decir, la más emisora ​​de carbono. Además, los hogares y las empresas pueden recuperar la totalidad o parte de estas inversiones gracias al ahorro energético que se obtiene con la rehabilitación de edificios. Por lo tanto, las necesidades de inversión aumentarán sustancialmente, pero este esfuerzo sigue siendo factible, siempre que se implementen las políticas adecuadas.

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