En joyería, la flora y la fauna exóticas constituyen un campo de expresión largamente explorado. Para el emblema como Cartier y su pantera, Bulgari su serpiente. En los últimos meses, otras marcas también están acudiendo allí con sus especies tropicales. Así, el anturio, esta planta que crece en Sudamérica, toma forma en las joyas de Anissa Kermiche y Sarah Madeleine Bru. El primero lo reproduce en un pendiente realista, el segundo utiliza su espádice, su tallo central y texturizado, para convertirlo en un anillo.

Por otra parte, Mellerio ha elegido el nopal, un ejemplar trepador ávido del sol de las Antillas o de México, para reinterpretarlo como un anillo erizado de granos. Finalmente, Mazarin, sello fundado por Louise de Rothschild y Keagan Ramsamy, ha hecho del elefante su leitmotiv. Cuando la cabeza del mamífero no está esculpida en puños o anillos imponentes, la forma de sus colmillos se encuentra, como aquí, estilizada o cepillada para encerrar un diamante sintético.

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